VOLVER AL FUTURO

Inventaste la máquina del tiempo.
Recuerdo el aspecto de científico loco que te daba el guardapolvo que te ponías para pintar.
Nos reíamos de eso pero paradójicamente terminaste logrando el invento más buscado por la humanidad.
Hoy entré a tu creación y me sentí retroceder.
1 año, 5 años, 10 años, 21 años.
Probablemente también avancé; pero no puedo precisar cuánto.
Esa es la parte que me aterra.
No puedo imaginar qué será de todo esto el día en que no estés.
Todo es tan desesperantemente igual.
Me pregunto si la buscás a ella entre las cosas como probablemente te voy a buscar yo a vos el día en que desaparezcas.
Me pregunto si ella aparecerá algunas veces para vos en tu escenario recreado.
No puedo dejar de mirar y pensar. Me preparo un té y ahora tampoco puedo entender cómo tiene el mismo sabor siempre... siempre diferente de cualquier otro. Mientras lo tomo miro las baldosas, los azulejos, las cortinas (¡sobre todo las cortinas!).
Podría describirlo todo con los ojos cerrados, como vos podés recorrerlo todo sin tropezar con nada, aún en la más completa oscuridad.
Allá en la repisa los libros que a nadie van a importarle cuando faltes son el tesoro que siempre compartimos, y que seguramente me vas a dejar para que sean la puerta (o la soga) que me lleve hasta vos.
Creo que nadie llega a comprenderte... yo no pretendo ostentar pero estoy casi segura de que veo en vos mucho más que el resto.
O será que vos me mostrás mucho más que al resto... porque conmigo compartís.
Porque a mí me das la llave de la máquina del tiempo.