6 de febrero de 2009

LOS HERMANOS SEAN UNIDOS

Mi hermano (el más grande de los varones) me dice que soy loca, histérica, desquiciada, malhumorada, demasiado estricta, excesivamente seria, insoportable y quejosa.
Afortunadamente, es el único en mi casa que emite opiniones tan adorables sobre mi persona. Y tras largas (en realidad no tan largas) reflexiones, llegué a la conclusión de que el "problema" no radica completamente en mí, sino que es una cuestión vincular. Porque es evidente que nuestros padres tuvieron ideas muy diferentes al momento de nuestras respectivas concepciones; sospecho que a uno lo hicieron escuchando música y al otro con la tele prendida, o a mí en una cama y a él en un sillón (o en el piso, o en cualquier otro lugar), o bien eran momentos muy diferentes en sus ánimos o en el estado de la pareja, o existieron grandes variaciones respecto de la calidad de cada acto sexual. Otra opción es que las circunstancias posteriores a nuestros nacimientos hayan sido diametralmente opuestas para cada uno y resultáramos en productos tan diferentes (cosa que puede ser fácilmente descartable porque hay un gran trecho común en nuestras vidas, a excepción de mis primeros 4 años, donde disfruté de ser uni-primogénita). Después viene la cuestión interna, el más o menos dotado paquete que cada uno trae dentro, ya sea la carga genética o la personalidad misma, que probablemente sea el más determinante de todos los factores.
Como resultado de toda esta ensalada, mi hermano me califica de todo lo que comentaba al principio, mientras yo lo tildo de irresponsable, inconsciente, inmaduro y otras amabilidades menos reproducibles.

A raíz de esta cuestión, comencé a pensar en las cosas de las que puedo quejarme normalmente en el ámbito doméstico para ver si encontraba fundamento a sus acusaciones... y de ahí viene el próximo post (en breve).

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